Parra tenía una perra y Guerra tenía una parra, la perra de Parra subió a la parra de Guerra y Guerra pegó con la porra a la perra de Belarra. Belarra, en venganza, mandó a la porra a Guerra e inventó la ley de marras, para defender a las perras y a las ratas.
Entonces sucedió que a Galapagar llegó una plaga de ratas y Montero montó en cólera porque no podía matar a las muy guarras. Como son amigas se llamaron para tomar unas cañas. Cuando llegaron al bar, y en la barra, Montero le sacó las garras, Pablo tuvo que mediar, la ley es la ley, sí o sí, la atajas. Y mientras las ratas campan a sus anchas provocando una crisis sanitaria, a los de Galapagar, ahora, ajo y agua.