El semáforo está de color verde pero no avanzamos. Se vuelve
a poner rojo y seguimos igual, así llevamos un rato, a estas horas el centro es intransitable. Nervios, malos humos, ya no
sabemos qué hacer. En la radio, lo mismo de siempre: tráfico lento ¿lento? ¡mentira! Estamos parados desde hace más de media
hora, a saber de dónde sacan la información.
.
.
De aburrimiento empiezo a analizar lo que ocurre a mi alrededor.
Observo al conductor del coche de atrás, veo que está explorando su riqueza interior
introduciéndose el dedo índice por el orificio nasal. Petróleo va a encontrar
como esta situación no mejore en poco tiempo.
Cambio de posición el objetivo de mis retinas y veo que cruza la calle una chica vestida de negro con la cara muy blanca y profundas ojeras como si llevara semanas sin dormir. No sé si va a un funeral o si es de la familia Adams o de los Zapatero pero os aseguro que me la encuentro por la noche por una calle oscura y salgo corriendo. Va paseando a su perro también negro como el azabache, aunque confieso que al principio me costó vislumbrar al animal, no estaba segura de si era su propia sombra o si se le había enganchado el felpudo a la falda que también llevaba arrastrando por el suelo.
Cambio de posición el objetivo de mis retinas y veo que cruza la calle una chica vestida de negro con la cara muy blanca y profundas ojeras como si llevara semanas sin dormir. No sé si va a un funeral o si es de la familia Adams o de los Zapatero pero os aseguro que me la encuentro por la noche por una calle oscura y salgo corriendo. Va paseando a su perro también negro como el azabache, aunque confieso que al principio me costó vislumbrar al animal, no estaba segura de si era su propia sombra o si se le había enganchado el felpudo a la falda que también llevaba arrastrando por el suelo.
Ahora mi mirada se detiene en la esquina de la
derecha donde, en un escaparate lleno de carteles, se anuncian ofertas de televisores de pantalla plana en una tienda de electrodomésticos que subsiste a
pesar de la agresiva competencia de las grandes superficies. Antes los televisores eran cuadrados y podías poner encima de todo, el tapete de ganchillo, la
bailarina, el toro e incluso el jarrón “Recuerdo de Teruel” que te
trajo tu vecina de cuando Teruel ni siquiera existía... Tampoco existía el mando a distancia, para
cambiar de cadena, había que levantar el culo del sofá
si querías cambiar de “La casa de la pradera” de la primera, de los domingos por la tarde, al fútbol o la carta de ajuste de la segunda.
La tecnología ha ido evolucionando en todos los
ámbitos de nuestra vida y todo con un único fin,
hacernos una vida más cómoda, o lo que es lo mismo, para hacernos más vagos.
Lo último han sido unos robots con forma humana, parecen tan reales que dan el pego, como si fueran personas con cirugía plástica, sin una arruga ni un triste grano en la cara, que incluso
dan conferencias sobre cualquier tema, demostrando,
además, un perfecto dominio de la gramática
y la sintaxis. Lo que a nosotros nos costó aprender con sangre, sudor y lágrimas, a ellos se lo dan de
merendar en potito de software con tropezones del
RAE y listo.
Pero por más avances tecnológicos, nadie, absolutamente NADIE, ha sido capaz de inventar un palo para la fregona que sea irrompible. Cada vez duran menos, da igual que los compres en el super o en el chinojuan, son iguales, todos se doblan y se parten por el mismo sitio y al más mínimo esfuerzo, incluso
si caen al agua, flotan.
El tráfico comienza a fluir, el rostro de la
persona del coche de atrás ha cobrado de un aire decidido y de forma precipitada se ha dispuesto a arrojar algo por la ventanilla de su coche.Yo cierro de inmediato la del mío y piso el acelerador.
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