Corinna

Cuando los pueblos todavía olían a pueblo y la gente aún tenía vacas, cerdos, gallinas... cuando al pasar por cualquier calle  pisar una boñiga de vaca era de lo más normal y cuando en la tele solo había dos canales de TV, las tardes de los domingos del frío invierno la gente las pasábamos en casa alrededor de la tele viendo en blanco y negro "La casa de la pradera" y los viernes por la noche el "UN, DOS, TRES".
 Nosotros teníamos la costumbre de poner nombres a los todos los animales que teníamos, no solo al perro (a excepción de las gallinas que todas eran "pitas"). Había una vaca que tenía la ubre muy grande y la llamábamos "la Bombi" en honor a una tal Freda Lorente que salía en el programa de la tele que acabo de mencionar y que era más conocida por sus turgencias que por hacer gracia.
 Otra vaca que tuvimos se llamaba Danesa como su padre el Danés, padre de todas las vacas del pueblo y alrededores por ser el único semental de la zona. Esta vaca además de ser la mejor vaca lechera del pueblo (eso se mide por el número de litros de leche, por si alguien no lo sabe) decían que era muy guapa, algo que nunca logré entender, a mí me parecían muy guapas Audrey Hepburn y Romy Schneider, pero el concepto de belleza en una vaca nunca terminó de fraguar en mi capacidad cognitiva.
Pero la vaca de la que os quiero hablar hoy se llamaba Corinna, sí, como la princesa de sangre fría. Acababa de instalarse en el establo y estábamos pensando un nombre para ella cuando llamaron a la puerta. Mi hermano que por entonces no tendría ni dos años estaba asomado a la ventana subido en su trona y cuando preguntó alguien ¿quién será? él respondió con su lengua de trapo "Corina". ¡Pasa, Carolina! dijo mi madre, y de ahí nació el nombre, poner a la vaca igual que a la vecina no era buena idea así que decidimos mantener lo que dijo el canijo y de ese modo empezó la aventura... De ella también decían que era guapa pero leche no daba mucha, tampoco buenos terneros y la gustaba demasiado la libertad. Lo que más daba eran disgustos, sin lugar a dudas. Siempre saltaba el cercado y se escapaba. Había que salir corriendo en su busca y nos traía a todos de cabeza, terminamos por llamarla la vaca loca, siempre llamando la atención con ese afán de protagonismo del que hacía gala, lo mismo la veías correr campo a través como una gacela que organizando un safari o de escaqueo en el pueblo de al lado pastando al lado del toro Rey, que tras la muerte de Danés, llegaría a ser el padre de todas las "reinas" y "princesas" de la comarca. No sé los kilómetros que pude correr tras Corinna. Todas las mañanas corriendo, tal fue el hábito que cogí que una vez nos deshicimos de ella en una feria de ganado yo seguía corriendo, como Forrest Gump, corriendo y corriendo, y de ese modo fue como comenzó mi afición al atletismo. Cuarenta años han pasado y aún continúo corriendo... De ella supimos que más tarde se casó por dinero y que terminó siendo princesa. Como la gustaba mucho viajar, primero pateó todos los rincones de España, muestra de ello son los Toros de Osborne a los que iba dejando tiesos a su paso.
 Nosotros en casa NÓOS alegramos mucho de no tenerla cerca.