header-photo

El premio gordo.


Anoche tuve un sueño, llegaba el invierno, los árboles despejados de hojas saludaban a mi paso agitando sus ramas por un madrugador viento frío, las calles despejadas de gente, y yo despejada de imaginación ¡qué más quisierais! también había un calvo y tenía bolas, me miraba a los ojos pero no hablaba aunque yo entendí que venía a anunciarme que mañana me toca la lotería. Prefiero que le toque a alguien sin trabajo, sin casa... casi hasta me daría vergüenza que me tocara a mí pero como hablamos de sueños...
Soñaba que podría cambiar de coche y de televisor, sustituiría el de mi cocina por uno en el que no saliera nunca más la duquesa del botox, torturándome no solo con su presencia sino con su voz de gato herido, que hoy mismo lo he visto con mis propios ojos mientras cocinaba la cena ¡la estaban subtitulando! yo nunca la entiendo cuando habla así que desconozco en qué idioma lo hace pero es que estos del programa de la 1 del directo son algo patéticos a veces. En la época de crisis que estamos padeciendo donde los más ricos consumen desmesuradamente y los más pobres pasan hambre no se les ocurre otra cosa que sacar a un cocinero al que llaman "chef aristocrático" y por supuesto no va a cocinar una sopa castellana (sopa de ajo de toda la vida para los que somos de pueblo) sino una "cena de lujo para Nochebuena". Me parece tremendamente grave, claro que ya podéis adivinar de quien es cocinero: de duquesas, reyes, yernos... y a propósito de yernos, encima eso, que la gente se aproveche de su posición social robando impunemente (presuntamente). A veces confundo los sueños con la realidad, no sé si cuando estoy despierta estoy soñando o vivo en un surrealismo absoluto donde el mundo está al revés, en el que la gente no triunfa por su trabajo sino por aplastar al de al lado, o como sucede en estos programas cutres donde se insultan y se despellejan sin ningún escrúpulo y encima cobrando... y da igual que sea verdad o mentira lo que cuentan, lo importante es tener a la gente entretenida. Somos idiotas. No soporto esos programas de sillas donde se faltan al respeto, se gritan, la Esteban llora... dramático. Pues para que "flipéis", ya tiene un soneto, ni vosotros ni yo tenemos uno ¿verdad? pues escribid en el google "soneto a Belén Esteban" y lo veréis, vale la pena leerlo... Ahora ya solo falta que alguien escriba una oda al otro lumbreras de la tele, a Mario Vaquerizo (¿os habéis dado cuenta de que tiene cierto parecido con la muñeca dracolaura?).
Y al igual que todos los niños quieren ser veterinarios o futbolistas de pequeños, a los mayores nos gusta más que nos toque la lotería ¡suerte mañana! Y quiero aprovechar para desear a todos los que leéis este mi humilde blog, una Feliz Navidad.
Este año voy a pedir a los Reyes Magos (que ellos no tienen yernos que se sepa) que hagan volver a la tele para quedarse a los buenos periodistas que había antes y que ahora están en la radio, yo me pido a José María Íñigo y a Manuel Campo Vidal...

Paula y los huevos.



Paula siempre madruga por eso aquella mañana de sábado nadie se extrañó de que saliera de casa tan temprano. Estuvo varias horas sin poder dormir con un fuerte dolor abdominal acompañado de otros síntomas de menos glamour hasta que, de madrugada, intentó coger el coche para dirigirse al hospital sin pedir ayuda para no despertar a nadie. Al pisar el freno, arrancanco el motor del coche, sintió una punzada como si una espada se hubiera clavado en su abdomen y posiblemente dio un grito de dolor que nadie oyó, así que optó por ir andando a urgencias ya que su casa no dista mucho del hospital. Según iba llegando, uno de los celadores, que fumaba a la entrada, apagó su cigarrillo precipitadamente y corrió a buscar una silla de ruedas y salir a su encuentro porque llegaba en una situación bastante lamentable.

Después de varias pruebas y unas horas en observación la mandan a casa con un tratamiento y con la recomendación de que si se repite la sintomatología debe volver para que le practiquen de inmediato una apendicetomía. Al llegar a casa nadie se había levantando aún salvo el padre que ya había marchado a trabajar así que decide hacer para comer algo poco elaborado y rápido porque está agotada, nada como una ensaladilla rusa para un frío día de invierno ¿? Pone huevos a cocer en una cazuela y se echa de bruces en el sofá para descansar un rato pero se queda dormida hasta que uno de sus hijos se levanta y al verla tendida la despierta alarmado ¡pensé que estabas en la cocina porque hay ruidos, como si alguien estuviera lanzando petardos! Mira a su hijo pero sin ver, le oye pero sin escuchar y respira profundo mientras se despereza pero sin... ¡¡¡los huevos!!! corre hacia la cocina y su hijo detrás, no quiere perderse lo que quiera que esté pasando. Al abrir la puera, el panorama que se encuentran es desolador a la par de indescriptible. De haber estado en la entrada de la cocina un fotógrafo para inmortalizar la expresión de sus caras en ese momento con su cámara se habría llevado el Pulitzer. Aquello no era una cocina, eran las Cuevas de Nerja. Estalactitas de huevo colgando del techo... por todas partes... un olor nauseabundo como si se acabara de celebrar un concurso de pedos allí mismo. Hace rato que se había consumido el agua y aquello había llegado a un proceso de transformación desconocido hasta el momento, los huevos estaban vivos ... El niño dice:

- ¡Mamá, nos atacan!

-¡Rápido, saca el Cabrales de la nevera, que peleen ellos y pongámonos a cubierto!

Así que, después de la noche toledana se tuvo que poner a limpiar la cocina, muebles, ventana, azulejos... y el techo, que se ha llevado la peor parte. Debajo de las estalactitas ha quedado al descubierto un fresco abstracto de Miró digno de ser fotografiado y expuesto en el más prestigioso de los museos, aún así, decide borrar toda huella ab ovo dando una mano de pintura así que no lo piensa dos veces y manos a la obra, ella pinta el techo y sus hijos ayudan como pueden.

Una vez terminado el trabajo se echan en el sofá y a partir de ese momento no recuerda nada más hasta que de despierta en la sala de reanimación del hospital con un vago recuerdo de su cocina, de huevos, de un olor asqueroso... cree que ha tenido una pesadilla. Una enfermera que ve que está despertando empieza a hablarla:

-¿Sabes qué te ha pasado? te han operado de apendicitis aguda...

La otra enfermera, que no para de hablar, dice: hoy en cuanto termine mi turno tengo que limpiar la cocina... Paula sufre, en ese momento, una lipotimia debido a una crisis de ansiedad que es imposible que nadie pueda entender. La realidad esta vez ha superado los sueños.

Paisajes.



















La belleza de las cosas que disfruto cada día me lleva más a Dios, como contemplar un paisaje y poder fotografiarlo.
O cuando atrapada en el atasco al dirigirme a mi trabajo puedo ver aún algunas estrellas en el firmamento, todo un lujo. O recibir el regalo más hermoso: la sonrisa de un niño.
O los domingos, cuando salgo a correr y siento el azote de la brisa en mi cara, y puedo, además, contemplar cómo las luces inciertas del alba van haciendo crecer un nuevo día, el sol está a punto de derramarse en todo su esplendor... ¡¡¡y es para mí!!!
O sentarme al atardecer frente al lago junto al sauce y la cascada... tanta belleza me embriaga y me inunda de paz a la vez, hace que mire al cielo y diga "gracias Señor".
O escuchar la melodía del viento que mece dulcemente las ramas haciendo caer las hojas, en este otoño que amenaza con quedarse, y enredarse en mi pelo y entre las hojas de "Suave es la noche", y me distraigo con su juego mientras acaricio los últimos minutos antes de que el sol se oculte. Pronto la noche descubrirá su rostro y es hora de volver a casa, al hacerlo podré contemplar el Cinturón de Venus, ¡qué pasada!
¡Ah!, no penséis que estoy exagerando, todo esto lo veo cada día al salir de casa y no en un lugar paradisiaco junto al mar o la montaña sino en Móstoles. Lo realmente hermoso es poder ver la belleza allá donde estemos, todos los sitios tienen su encanto y si no, ya me diréis si nos os gusta mi foto.

El retro-móvil



Después del trabajo quedamos en reunirnos unas amigas para ver una exposición de miniaturas en el Museo del Prado. Una de ellas tiene estudios de Bellas Artes y la hemos nombrado desde hace tiempo nuestra cicerone particular. De las personas que conozco es la que más sabe de arte, además de ser artista, y si algo no lo sabe para eso estamos nosotras, para llenar ese vacío con nuestra imaginación porque hay cosas que, para mi supina ignorancia, son incomprensibles o que alguien me explique qué representa el "Panel con Huevos y taburete" del Reina Sofia, para el título no se rompieron mucho la cabeza porque le pregunté a mi sobrino de dos añitos ¿qué es esto? y me dijo: "un cuadro con huevos y un taburete...", le faltó añadir "hemos hecho uno igual en la guardería".

Nuestra amiga se enfada con estos comentarios porque dice que eso es "ARTE" y que no tenemos ni idea, pero cada vez que vamos a ese museo ya es visita obligada, al igual que El Guernica, lo que ya hemos dado en llamar "El panel de los güevos".

Al llegar al punto de encuentro donde teníamos que reunirnos y que era una de las entradas al museo, observo a un hombre con un carrito de bebé haciendo un recorrido sospechosamente zigzagueante y con la mirada fija en un sitio pero que iba directamente a estrellarse contra el pedestal de la estatua de Velazquez, única estatua de Madrid, dicho sea de paso, que no es víctima de los excrementos palominos, vamos, a la que no le cagan las palomas.

Un asomo de inquietud me hace volver la mirada unos instantes al lugar que a este hombre le tiene tan ensimismado y ¿qué descubro? pues a mis amigas, que vienen hablando por su teléfono "móvil" con un auricular enorme, como los históricos teléfonos grises con ruleta de números, una imagen bastante surrealista hoy en día (ver foto) pero, además, de color rosa, no podría ser de otro color. Y encima dirán que es arte... Lo primero que hago es intentar evitar la colisión del carrito con la estatua con un grito de: ¡¡cuidado!! y como a partir de ese momento ya me han visto y no veo ninguna mesa para poder esconderme debajo no me queda más remedio que esperarlas. Ellas tan anchas con sus teléfonos gigantes de color rosa, la pijería ha sido elevada a la máxima potencia y expresada en toda su plenitud. Ellas encantadas y muertas de la risa nada más verme. Me dicen, "son de verdad y funcionan, escucha..."

Después de visitar la exposición subimos al coche de una de ellas y fuimos por las calles del centro para ver la iluminación navideña, pero apenas pude recrear mi vista con los cubos de colores de la C/ Goya, a la del coche no se le ocurre otra cosa que poner una canción que se llama "Ai se eu te pego" ,subir el volumen, bajar las ventanillas, subir el techo solar y ponerse a bailar lo que quiera que sea eso. ¡Por favor, si lo ven nuestros hijos negarán que nos conocen! ¡qué vergüenza! creo que a partir de ese momento mi reputación se ha visto seriamente perjudicada. Tengo que ir de inmediato a visitar a mi estilista Eduardo Manostijeras para que me haga un radical cambio de luck antes de que alguna cuelgue el vídeo en youtube porque, además, lo grabaron. Si es que son como niñas, de cuarenta y pico pero niñas...