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Comida basura




Un restaurante de Carolina del Norte, Estados Unidos, ofrece un menú de hamburguesa con guarnición de tarántula asada a sus clientes.

Quienes lo han probado afirman que tiene sabor a patata frita. Esos no han visto, ni de lejos, una patata en su vida.

Es noticia porque es algo extravagante, no es lo normal. Además, también "deleitan" el paladar de sus comensales con hamburguesas de carne de cocodrilos, iguanas, pitones, tortugas y de algunos insectos autóctonos.

Las principales casas de marcas de moda exclusiva en bolsos, que comercializan con piel de cocodrilos, serpientes y otros animales rastreros, han puesto una reclamación a los de Jazztel, que ya han abierto una incidencia, porque ahora las pieles están al alcance de cualquiera y están teniendo perdidas importantes, tantas, que van a tener que dejar de cotizar en bolsa.

Los de Carrefour, por otro lado, se han sumado a esta moda de comida de "vanguardia" y ya comercializan grillos y gusanos en su sección de alimentación en forma de barritas energéticas, snacks , pasta, granolas y aperitivos. Toda una gama de "delicatesen" con los que se adelgaza seguro, eso si no te mueres antes que entonces cambiaría el cuento y los gusanos te comerían a ti.

 Justifican su innovación explicando textualmente que: "según la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO), los insectos son consumidos ya por más de 2000 millones de personas, por lo que se les considera el alimento del futuro".

 Ahora resulta que en Sudán, Burundi y en otros países en situación extrema de pobreza se comen los gusanos por capricho, porque no les gustan las legumbres, los huevos o la carne y se preocupan por una agricultura sostenible más que por matar la hambruna.

Cada uno que coma lo que quiera pero conmigo que no cuenten porque no pienso catarlo.

Además, se acerca la época de calor y las cucarachas van a empezar a aflorar por las alcantarillas. Las que habitan en el subsuelo de Madrid son "pata negra" y seguro que las sacan unos buenos jamones.

Como se enteren los del ayuntamiento no fumigan.

 ¡VIVA LA DIETA MEDITERRÁNEA!

Teléfono





Cuando Alexander Graham Bell inventó el teléfono, ya llevaba años inventado el invento, se le había adelantado el italiano Antonio Meucci, aunque no lo sabía, porque el italiano no lo había patentado aún por falta de recursos económicos.

Alexander se enteró de que había alguien "al otro lado" porque en cuanto metió el PIN le entró una llamada de Mauricio de Vodafone ofreciéndole internet y tarifa plana en llamadas a fijos. Al principio todo parecía normal hasta que le llegó la primera factura y vio que le cobraron de más.

Llamaba y llamaba a Vodafone y del tal Mauricio no había señales de vida, le pasaban de persona en persona todo el rato, hablaba con gente de todos los lugares del mundo, le atendían en brasileño, en inglés, en ingles brasileño... y soñaba... imaginaba que su voz iba volando a través de montañas y verdes valles, surcaba mares y océanos... Cuando despertó del sueño les tuvo que amenazar con cambiar de compañía. Su mujer, que le estaba escuchando detrás de la puerta, pensó ¡qué culpa tendré yo!, Se puso muy triste y se dio de baja por depresión.

 Aún así, siguió inventando muchas cosas, además de contribuir al desarrollo de las comunicaciones.

 Aquello sí que eran comunicaciones y no lo de ahora. La gente solo se comunicaba si tenía algo importante que decir, sino no.

Tanto va el máster a Cifuentes que al final se rompe el cántaro





Hace dos meses, un político británico llamado Michael Bates, presentó su dimisión por sentir vergüenza al llegar tarde al Parlamento y no poder responder la pregunta que hizo una diputada, motivo por el que, además, pidió perdón.

En otros países, se tiran un pedo y dimiten, aquí ni aunque se "caguen encima"´y salpique (perdón por el desliz escatológico) dimiten y mucho menos piden perdón, porque de otra cosa habrá pero, en política, vergüenza poca.

En el caso del máster de Cifuentes, estudiantes de la Universidad Rey Juan Carlos, hartos de los chistes y la mofa en las redes sociales, que les están desprestigiando y echando por tierra años de trabajo y esfuerzo, piden explicaciones al rector por no haber llevado a cabo una investigación sobre las presuntas irregularidades en la obtención de dicho máster donde, además, hay constancia de la participación de más personas.

Lejos de dar explicaciones, presuntamente, les ha amenazado con que les puede suspender que para eso es el rector.  Si a ellos les ha supuesto mucho sacrificio económico además de horas y horas de estudio, a él le importa un pimiento. Lo que es obvio es que para algunos vende más tener un título colgado del despacho y no saber hacer la "O" con un canuto, que tener conocimientos y sobre todo decencia.

Aún así, los estudiantes para limpiar el nombre de la Universidad, que quedará marcado de forma indeleble en sus titulaciones para siempre, se están planteando reclamar que se cambie el nombre de Universidad Rey Juan Carlos por el de Universidad Reina Sofía, nombre más relacionado con el mundo de la cultura, ya que, mientras una, inauguraba museos, el otro se iba por ahí a cazar elefantas.

Si se aceptara la propuesta, invitarían a la reina emérita al acto, para lo que ya tienen pensado qué regalo hacerle, un práctico matanueras bañado en oro de 18 kilates de "galería del coleccionista".

Por otro lado, Cristina Cifuentes admite que cumplió con los requisitos que le puso la Universidad para cursar el máster, eso sí, muy flexibles, tan flexibles como para cualquier otro estudiante de a pie. Aún así, ha decidido renunciar al máster que nunca existió. El escándalo mediático a ella parece ser que le resbala, lo que verdaderamente le ha empujado a tomar la decisión ha sido el hecho de ver publicadas unas fotos del "antes", de su época en blanco y negro y que han revelado su mayor secreto, una relación muy estrecha el bisturí.

Y mientras los días van pasando, ahí sigue, agarrada al timón y bandeando la tormenta.

Habrá que esperar a que acabe la película para saber el final.