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¿Quién lleva los pantalones en casa?

Foto Hola.com

La cosa no es nueva, la rivalidad entre  Inglaterra y Escocia no es como la de los de Villarriba y los de Villabajo enfrentados por ver quién friega mejor una paellera (para ellos todo), esto es mucho más serio, viene desde hace varios siglos. Nos remontamos al siglo XVI, de cuando la reina Isabel I quien precisamente no estaba a partir un piñón con María Estuardo, por cuestiones de poder y porque la envidia es muy mala, la hace prisionera  en un castillo donde tras varios años de cautiverio decide poner fin a su vida y la decapita. Y todo para arrebatar su trono, ella, que ni siquiera era la heredera porque fue, presuntamente, hija ilegítima de Enrique VIII y Ana Bolena (ay qué susto, en un lapsus pensé que había escrito Ana Botella), a la que se cargó por haberle puesto los cuernos con un músico de la corte. Para la gente poderosa de antes era tan fácil matar como para la de ahora robar. Nadie va al trullo por eso.

 María, en cambio, era la heredera legítima al trono de Escocia, hija de Jacobo V por lo que podemos suponer que antes hubo un Jacobo IV, Jacobo III...  hasta llegar a San Jacobo, conocido por empanar al huevo a los duques de York dejando en medio una loncha de queso que al final no sirvió para nada porque les terminó separando. Atando cabos y tirando del hilo acaba saliendo la verdad de las cosas.

Ahora los escoceses han votado y han decidido que no se separan. Pues que no se separen, que sea lo mejor para todos y que nadie se vea perjudicado que al final el pato siempre lo pagamos los mismos.

Pero de haber ganado el sí, nos habríamos planteado unas cuestiones de carácter transcendental...
¿Habría seguido siendo el príncipe Carlos la musa de los diseñadores de faldas escocesas?
¿Seguiríamos viéndole pasear con Camila por el patio del colegio con sus falditas de cuadros y sus calcetines altos de borlas conversando sobre Shakespeare o sobre el calentamiento global?
¿Habría seguido siendo el príncipe Harry el principal embajador del whisky escocés?
¿Pues no es Hevia  ese que va tocando la gaita caminando al borde del los acantilados?
¿La reina qué opinará de ésto?


Machu Picchu



No es la modelo más fotografiada, ni la actriz de telenovela mejor pagada. Ni siquiera es modelo, ni actriz, ni tiene profesión conocida como cualquier hijo de Pantoja. Pero llega un día su ex y la llama Machu Picchu, por su origen inca, supongo, pero de modo peyorativo. Eso está muy feo, nadie insulta aquí con nombres de montañas.
Como si fuera el acontecimiento más importante del verano, sale en todos los medios y yo sin estar informada del asunto, oye, que de no ser por mi portera no me entero ni del nodo.
Y es que Telecinco, presuntamente, acaba de fichar a Chabelita para un programa de moda y belleza, obvio.
 De pequeña, la niña,  ya apuntaba maneras cuando salía en las revistas de la mano de su madre junto a Julián Muñoz y con esa la carita de nube que tienen todos los hijos menores de los famosos...
Ahora resulta que Chabelita, de ser cierta la noticia, ha tenido más suerte que muchos de los jóvenes de éste país, con mejor preparación que ella, a la hora de encontrar trabajo, y sin tener que salir de España. Pero es lo que tiene ser hija de una famosa por muy imputada que haya sido, o haber tenido un padrastro cumpliendo condena en el talego. Tienen tanta suerte que, por su cara bonita, se les abren todas las puertas para vivir del cuento.

Y hablando de fichajes a lo grande. Llegado también del otro lado del charco, nos llega un mejicano apodado como llaman los gallegos a los guisantes: Chicharito. Toda una institución como el Real Madrid acaba de fichar a otro galáctico con nombre de verdura. Tanto derroche de glamour me obnubila. Esperemos que haya venido para marcar goles y no solamente para vender más camisetas que guisantes envasa al año el gigante verde.
Aunque a mí no me importa mucho si vende o no vende, o si marca o no marca goles, los administradores de este blog se lo perdonamos mientras no protagonice un anuncio publicitario posando en gayumbos como ya hizo Messi,


Volver de vacaciones: típicos tópicos


Que el final del verano está a la vuelta de la esquina es una realidad patente. Por fin, los niños vuelven a las aulas, nosotros a nuestros trabajos y la moda de otoño empieza a llenar los escaparates. Acabo de ver un abrigo de tres cuartos (o de cuarto y mitad, que de medidas no entiendo) en una tienda del barrio y me han entrado unas ganas de comprarlo que no os podéis imaginar. A una temperatura a la sombra  de 30ºC es lo que más apetece, sin lugar a dudas.  De hecho me he encontrado a mi vecina que me invitaba a una Mirinda fresca en el bar de la esquina y le he dicho ¡uf! ni loca, lo que me atrae ahora mismo es comprar un abrigo y un pantalón de pana.
Pero lo que peor llevo es la vuelta de vacaciones, no la mía, que me gusta el trabajo y volver a él es gratificante, sino la de los demás.
No aguanto los típicos tópicos:
¿Qué tal las vacaciones?
Respuesta A: "Cortas"
Respuesta B: "De vacaciones siempre se está bien"
Respuesta C: Te explican dónde han estado sin que les preguntes, contándote con todo lujo de detallas qué han  hecho  ¿en serio has estado en el apartamento de Benidorm con tus suegros? ¡qué suerte!
Lo mejor es decir bienvenido y punto.
Pero aún hay algo mucho peor. Los besos. Yo si puedo me escaqueo, no me gusta que vengan a interrumpirme todo el rato y a hacerme perder el tiempo, cuando se van, cuando vuelven, cuando me voy, cuando vuelvo... Esto es un motivo de estudio para los psicólogos, yo lo llamo el estrés de los besos.
Es como lo de dar los buenos días. Lo mejor es llegar el último así solo dices una vez ¡buenos días! y todos contestan a la vez, pero como llegues el  primero estás perdido, tienes que aguantar los buenos días de todos hasta que llega el último. Eso si no tienes un recorrido largo hasta llegar a tu puesto y tienes que ir diciendo a todo el que te encuentras a tu paso: Buenos días, buenos días, buenos días...
Y cuando se van ocurre lo mismo: Hasta mañana, hasta mañana, hasta mañana ¡si Dios quiere! respondo yo.
Así que, lo mejor para empezar la jornada es encontrar en tu mesa, al llegar la mañana de un lunes, una nota anónima como la de la foto...