El pasado fin de semana moría Ingvar Kamprad, fundador de IKEA, en su casa de Suecia. Desde este blog queremos trasladar nuestras condolencias a la familia.
Los medios de comunicación de todo el mundo se hacían eco de la noticia e inmediatamente después empezaron a salir chistes por las redes sociales, no hay piedad. El que más ha circulado, y no es como para partirse la caja, es el de cómo montar una caja de pino, el ataúd más funcional y vanguardista para emprender de la forma más sencilla nuestro viaje al infinito y más allá, o lo que es lo mismo, más allá del infinito.
Algunas compañías de seguros de decesos han saturado la página web de IKEA haciendo pedidos en masa con el fin de hacer acopio de dichas cajas por cuya utilización podrían obtener pingües beneficios una vez montadas, barnizadas y forradas en su interior. Esto ha obligado a la dirección y al equipo de marketing a retirarlas del catálogo por fin de existencias. El mejor marketing para una empresa es, sin duda, que el jefe se implique hasta dejarse la vida en ello.
Ingvar Kamprad llevaba una vida relativamente austera, a pesar de ser uno de los hombres más adinerados del mundo. También utilizaba el transporte púbico para no contaminar y comía de sus propias albóndigas, esas de carne de ternera de primera calidad y de origen orgánico que venden en los centros IKEA a euro el kilo. Con motivo de su muerte y como homenaje al difunto, van a sacar un nuevo plato que podréis degustar en las instalaciones de cualquiera de los establecimientos que el "gigante del laberinto" tiene repartidos por toda la geografía europea. Se va a llamar "cajitas de fiambre", siempre apostando por la cocina de vanguardia.
R.I.P
