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"La primera Semana Santa de la Historia" CARLOS LLORENTE


LA PRIMERA SEMANA SANTA DE LA HISTORIA

CARLOS LLORENTE

Editorial: SAN ROMÁN



Sinopsis:

 La primera Semana Santa de la historia. Desde la condena a la ignominiosa crucifixión, el Reo dejó de ser persona y le fue negada su condición humana, pasando a ser una “cosa” carente casi hasta del mínimo derecho a un pequeño gesto de compasión. Como tal cosa fue tratado por los verdugos, quienes, con profesion alidad, manejaron hábilmente y sin piedad su cuerpo hasta dejarlo bien enclavado en la Cruz, en la que padeció como nadie ha podido hacerlo: de forma sobrehumana pues era – ¡es!– Dios y no quiso ahorrarse sufrimiento alguno. Asombrará al lector la extremada crueldad de tales tormentos que ya desde la flagelación hubieran acabado con la vida de cualquiera. Pero ¡De qué forma soportaría Cristo tan inhumano trato que hasta el centurión –pagano quizás, también profesional acostumbrado a este espectáculo como parte de su oficio- reconoció en voz alta que era el Hijo de Dios! Una estudiada descripción, en fin, que de seguro conmoverá al lector cuando piense que la causa es solamente el Amor, con mayúscula, que Cristo nos tiene personalmente a cada uno. (Prólogo de Joaquín Serrano)

Opinión:

Con absoluto realismo se nos narra la Pasión y Muerte de Cristo basándose en investigaciones y análisis realizados por científicos sobre la Sábana Santa de Turín, la Santa Faz de Oviedo...
A través de estos análisis y de una maqueta realizada en base a las descripciones de los evangelios, a datos geográficos y a hechos históricos de aquella época, nos hace viajar a través de la historia dos mil años atrás y nos traslada hasta el Camino del Calvario, invitándonos a recorrer y a acompañar a Jesús en cada paso, en cada caída, en cada insulto, en cada golpe...
Nos hace sentir con profundo dolor la crueldad de cada latigazo, de las heridas producidas por la corona de espinas, de los clavos que le sujetaron a la Cruz y sobre todo, el dolor de verse abandonado por los suyos, por nosotros.
Este libro conmueve si eres creyente, pero es más conmovedor aún el hecho de leerlo ahora, en estos días en que está próxima la Semana Santa.
El libro aporta datos históricos e información sobre investigaciones realizadas a lo largo de los siglos, pero para mí ha sido un acercamiento a vivir intensamente esta Semana Santa.

Ricardo III



Este rey, a quien Willian Shakespeare en su famosa tetralogía sobre la historia de Inglaterra tildara de pérfido, asesino vil, jorobado, corrupto, ambicioso... toda una joyita de hombre vamos, murió hace 530 años.

Este hecho habría pasado desapercibido, salvo para los estudiosos de la historia inglesa, de no haber sido porque en el año 2012 fueron encontrados sus restos bajo un aparcamiento municipal donde se conserva parte de un antiguo monasterio y que ahora, tras tres años haciendo a saber qué con los huesos, han decidido enterrarle con todos los honores.

Los ingleses podrán velar durante esta semana hasta el jueves los restos del rey medieval. Seguro que se mueren de ganas de acudir al velatorio porque estos son así.

Si a ese rey le enterraron ahí por algo sería, qué ganas de remover el pasado y qué afán nos ha entrado a todos por buscar restos de gente que murió hace siglos.

¿Nos hemos vuelto locos?

Es como aquí con Cervantes, por fin creen hallar los restos mortales que tanto tiempo llevaban buscando ¿y ahora qué?

Pero de paso se han encontrado con los de su abuela materna que han servido para extraer el ADN mitocondrial, que es algo así como saber si genéticamente  pertenecen a una misma familia aunque no permite la identificación directa pero mira,  han matado dos pájaros de un tiro.

Es decir, que no está garantizado al 100% que los restos encontrados sean los de Cervantes pero sí los de su abuela.

Dentro de 500 años nadie buscará restos bajo aparcamientos o entre los cimientos de un monasterio, sino en las macetas de los geranios ya que cada vez son más personas las que optan por la incineración.
Yo prefiero que me entierren, y cerca de mi abuela, por si acaso...

Palo de selfie



Justo ahora que he descubierto que la cámara de mi móvil tiene una función que hace girar el enfoque, de modo que pueda sacarme fotos de mí misma (selfies), van y sacan otra moda, el palo de selfie, que es como un alargador del brazo de uno mismo. Como el plumero de quitar las telarañas del techo pero con otra finalidad menos productiva.

Consiste en una especie de gadjetto brazo que tiene un soporte en uno de los extremos del palo para sujetar el teléono móvil mientras que por el otro extremo se sujeta con la mano de modo que, en lugar de marcar la distancia de la foto en función de la medida de nuestro brazo como en las auto fotos, la distancia la marca el palo que, además, es extensible.

Para poder guardar en nuestro álbum familiar fotos de nuestros viajes, podemos prescindir de ese momento mágico que es tener que pedir a alguien que nos fotografíe junto a algún monumento, nos podemos hacer fotos en cualquier sitio, montando en bici, lanzándonos en paracaídas, al borde de un acantilado, haciendo el pino con una mano...

Vamos a ver, entendamos que si tenemos dos manos es por algo, Una cosa es hacerse una auto foto con palo bajo los arcos del Acueducto de Segovia y otra arriesgar la vida haciéndonos fotos de nosotros mismos volando en parapente o haciendo rafting.

Además, ir caminando por la calle con esos palos es molesto para los transeúntes porque cada vez son más los que se suman al uso de ese accesorio. Ya me contaréis como a las cigüeñas las dé por anidar ahí y se empiecen a multiplicar, nos terminarán echando del planeta y tendremos que buscarnos un sitio nuevo para vivir donde aún no se ha descubierto vida inteligente como en Marte o en gran hermano.

Estoy en contra del uso de esos palos, ya tengo suficiente con el palo de la escoba que además sirve como medio de transporte, o si no que se lo pregunten a Harry Potter, y con el palo de la fregona que manejo con destreza. También conocemos los palos del golf, el Cabo de Palos y los chorizos de Cantim ídem.

Os lo estoy advirtiendo, es peligroso. Hacerse tantas fotos de uno mismo y de su nariz  para colgarlas en las redes sociales con el fin de que los amigos pulsen me gusta, es triste, si tienes esa costumbre es que estás necesitando un abrazo, llena más y aporta más emociones que las notificaciones del facebook.

Pero cada vez nos aferramos más a lo virtual, a lo impersonal... se va creando un vacío a nuestro alrededor que tenemos que llenar con algo, con fotos de nosotros mismos mostrando cada cosa que hacemos y lo guays que somos,  todo eso no hace más que alimentar nuestro propio ego y nos vuelve unos seres narcisistas,

Papá ¿qué es un narcisista? hijo mío, narcisista es aquel que en lugar de rascarse el culo cuando le pica, se lo besa.

Para finalizar, os dejo esta frase que dejó escrita Luis Antonio de Villena en alguna de sus obras: cuando falta la ética se redobla la estética