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Atravesado por un alambre de espino


Sopla el viento agitando tus ramas indemnes trayendo voces lejanas de niños que juegan en plazas, de ruidos de la calle, del graznido ensordecedor de esas aves que un día fueron migratorias y que el cambio climático ha hecho que se queden todo el año llegando a formar parte del paisaje. Atrás quedaron sus largos viajes cruzando mares, océanos y continentes.

En mi retina quedará grabada la imagen de tu tronco estrangulado por ese alambre de espino que penetró tu corteza y atravesó tu albura, que te privó de la libertad de crecer erguido, que te doblegó y sometió tu vida a ese corredor de la muerte hacia el que te empujó un día la mano del hombre.

A tu lado, tu hijo soporta el peso de tus sueños rotos, de tus cicatrices, de tu futuro truncado, haciéndose fuerte en su debilidad, inclinándose contigo hacia esa sombra que se empeña en rehusar los rayos del sol.

En tu copa, en cambio, las ramas se han vuelto a llenar de hojas nuevas que trajo la primavera y que dibujan un paisaje de colores y nostalgias

Contemplo la particular imagen de dos árboles fundidos por un abrazo inseparable.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

No son los árboles amigos de los hombres, pero sus ramas son las rameras de una vida sometida a la intemperie donde tanto obliga lucir como dar sombra

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