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Las mujeres de Argel


Niña de Móstoles jugando al balón



Ayer se subastó en la prestigiosa sala Christie's de Nueva York un Picasso por ciento setenta y nueve millones de euros. Si dicho así asusta, si lo pongo en números da miedo porque supera el PIB de algunos países del llamado tercer mundo, porque en el mundo hay clases, por si alguien no se había dado cuenta.

El cuadro se titula "Las mujeres de Argel", es evidente que son mujeres y de Argel, incluso creo haber reconocido a la abuela de mi amiga Amira, son como dos gotas de agua.

En cuanto al precio del cuadro he estado haciendo cálculos, que es lo mío, y si lo hubiéramos comprado entre los 47 millones de españoles, habríamos tocado a 3.80€ por barba.

Yo también podría comprarlo, a ver qué habéis pensado, aunque, siguiendo con los cálculos, tendría que trabajar durante todo el día cerca de de 9.000 años (cien años arriba cien años abajo) y quinientas noches. De ahí descuento lo que me gastaría en cremas y en alimentación (tendría que preguntar primero a Nefertiti, mi vecina, cuánto tendría que invertir en potingues para la cara a largo plazo) y podré tener colgado un Picasso en mi chabola.para mí sola.

La verdad es que no sé qué me aportaría, por más que miro la foto del cuadro no acabo de... no sé... Pero en fin, soñar es gratis aunque uno sueñe chorradas, así que me conformo con esta obra única que acabo de realizar con gran esfuerzo, dicho sea de paso, y para la que he tenido que invertir nada menos que 360 segundos de mi precioso tiempo. Sin marco dice poco, pero le pongo uno de estilo rococó y mañana lo veis en el Thyssen, lo he titulado "Niña de Móstoles jugando al balón".

Ya os avisaré cuando los de Christie's abran la subasta y empiece la puja. Lo que recaude será para fines benéficos, por si alguien tenía dudas.

 Mientras tanto voy a llamar a los del seguro de decesos a ver si mi póliza cubre las obras de arte, no vaya a ser que mis hijos lo echen para reciclar y mi obra termine en un vertedero.

La campaña electoral y el mercadillo

Salgo de casa sin prisas ni estrés una mañana de sábado, escuchando música en el mp3 mientras camino rumbo a mi destino en lo que espero sea un tranquilo paseo mañanero. Voy observando, abstraída, lo que sucede a mi alrededor cuando de pronto el sonido exterior aumenta sus decibelios por el barullo y la música que sale del recinto ferial, es día de mercadillo, así que apago los auriculares que el griterío ha hecho que enmudecieran y me dispongo a cruzar a través de los distintos puestos.

¡Dos lechugas a un euro! ¡Tengo pimientos de piquillo! grita uno mientras el del puesto de ropa de al lado le hace los coros ¡y yo pantalones de pitillo! ¡sujetadores baratos, compre dos y le regalamos un kilo de alcachofas!

Otro vendedor grita a pulmón abierto que que vende colchones pero como si los regalase, dice que recoge tu colchón viejo y te entrega el nuevo sin moverte de casa. Ésto me lo estuve pensando porque al mío le asoma un alambre que ha debido traspasar las gruesas capas que protegen los muelles y cada vez que me doy la vuelta en la cama me lo clavo en los riñones, cualquier día me apuñalo. Debo decir que eso me ha venido bien para el esguince de tobillo. Mi médico de cabecera no se explica este extraño fenómeno por el que he experimentado una importante mejoría y está convencido que voy a acupuntura.

A la vez, por la calle pasa un coche con banderas y un megáfono a través del que se oye música (o algo así) que va escupiendo proclamas como: vota a fulanito que va a bajar los impuestos, acabará con la corrupción, creará puestos de trabajo para todos y hará volver a los jóvenes que emigraron a Europa a trabajar para que, en lugar de que se aprovechen otros, nos aprovechemos nosotros que para eso les hemos formado... Por un momento pensé ¡bien! por fin no veremos más programas del tipo  españoles por el mundo, madrileños por el mundo, aragoneses por el mundo... que solo nos enseñan la parte buena como José Sacristán en la película Vente p'a Alemania Pepe.

Pero vuelvo a la realidad de inmediato y bastante aturdida porque las voces y los ruidos se han solapado en mi cerebelo y se han acoplado por el encéfalo a la altura de las orejas y ya no logro entender nada.

Intento huir pero esas voces me persiguen... lechugas corruptas, puestos de trabajo a un euro, jóvenes con pantalones de pitillo que comen pimientos... compre políticos, lleve dos y pague tres,,,

Vuelvo a casa y cuando intento que el resto del día transcurra con normalidad me entero de que Chanquete ha muerto.

Estoy fatal