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La campaña electoral y el mercadillo

Salgo de casa sin prisas ni estrés una mañana de sábado, escuchando música en el mp3 mientras camino rumbo a mi destino en lo que espero sea un tranquilo paseo mañanero. Voy observando, abstraída, lo que sucede a mi alrededor cuando de pronto el sonido exterior aumenta sus decibelios por el barullo y la música que sale del recinto ferial, es día de mercadillo, así que apago los auriculares que el griterío ha hecho que enmudecieran y me dispongo a cruzar a través de los distintos puestos.

¡Dos lechugas a un euro! ¡Tengo pimientos de piquillo! grita uno mientras el del puesto de ropa de al lado le hace los coros ¡y yo pantalones de pitillo! ¡sujetadores baratos, compre dos y le regalamos un kilo de alcachofas!

Otro vendedor grita a pulmón abierto que que vende colchones pero como si los regalase, dice que recoge tu colchón viejo y te entrega el nuevo sin moverte de casa. Ésto me lo estuve pensando porque al mío le asoma un alambre que ha debido traspasar las gruesas capas que protegen los muelles y cada vez que me doy la vuelta en la cama me lo clavo en los riñones, cualquier día me apuñalo. Debo decir que eso me ha venido bien para el esguince de tobillo. Mi médico de cabecera no se explica este extraño fenómeno por el que he experimentado una importante mejoría y está convencido que voy a acupuntura.

A la vez, por la calle pasa un coche con banderas y un megáfono a través del que se oye música (o algo así) que va escupiendo proclamas como: vota a fulanito que va a bajar los impuestos, acabará con la corrupción, creará puestos de trabajo para todos y hará volver a los jóvenes que emigraron a Europa a trabajar para que, en lugar de que se aprovechen otros, nos aprovechemos nosotros que para eso les hemos formado... Por un momento pensé ¡bien! por fin no veremos más programas del tipo  españoles por el mundo, madrileños por el mundo, aragoneses por el mundo... que solo nos enseñan la parte buena como José Sacristán en la película Vente p'a Alemania Pepe.

Pero vuelvo a la realidad de inmediato y bastante aturdida porque las voces y los ruidos se han solapado en mi cerebelo y se han acoplado por el encéfalo a la altura de las orejas y ya no logro entender nada.

Intento huir pero esas voces me persiguen... lechugas corruptas, puestos de trabajo a un euro, jóvenes con pantalones de pitillo que comen pimientos... compre políticos, lleve dos y pague tres,,,

Vuelvo a casa y cuando intento que el resto del día transcurra con normalidad me entero de que Chanquete ha muerto.

Estoy fatal

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