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Yo no desciendo del mono



Si el hombre evolucionara para adaptarse al medio, a estas alturas tendríamos que tener cuatro manos, dos para ir con el teléfono móvil y las otras dos para conducir, hacer botijos a lo Demi Moore en Ghost o viajar en la escoba de Harry Potter, lo que más os guste. Y para no tropezarnos nuestros ojos serían celestes, uno iría mirando al Sur y otro al Este

El día también tendría que tener más horas para que tuviéramos tiempo de hacer "cosas", como ir a pilates y a terminar el master de ganchillo de la abuela, además de ir a trabajar, llevar a los niños a clases extraescolares y a subir al Annapurna. La Tierra tendría que girar más despacio alrededor del sol, sobre todo en horario nocturno que ahora mismo va como loca, por favor, que alguien la frene, que cualquier día se alcanza y se estrella consigo misma. 

La explicación científica de que la estatura el hombre haya evolucionado se debe a un agente externo llegado hace décadas del África tropical, el colacao, que fue el causante de subir la estatura media según los expertos (las madres). En cambio, intelectualmente, no hemos "crecido" mucho, seguramente la culpa la tienen los cambios en el sistema educativo, que si ahora blanco, que si ahora negro...  y la ausencia de "reglas" en casa y en el colegio.
Los de mi generación sabíamos muy bien de normas y reglas, obedecíamos a nuestros padres y profesores, si te portabas mal en casa, tu madre se quitaba la zapatilla y te marcaba en el culo un 36, que ríete tú de los tatuajes de Melendi, y si no llevabas hechos los deberes al colegio, sacaba la maestra la ganchetto regla y te alcanzaba aunque estuvieras en el último rincón. Ahora cada uno va por libre y hace lo que le viene en gana. Así nos va.

En la antigüedad, el hombre cazaba para subsistir, se le llama primitivo. Ahora, al que trabaja para vivir y pagar impuestos, se le llama pringao. Los que sí han evolucionado son los vagos que además han mejorado la técnica y ahora proliferan como las malas hierbas camuflados, algunos de ellos, de políticos, banqueros y faranduleros que, presuntamente, además de no trabajar, evaden impuestos y nos roban a los que sí trabajamos. Primero les pagamos sus yates, sus casas de lujo y sus coches de alta gama y si les pillan y acaban en el talego, les pagamos unas vacaciones a pensión completa en la suite de cualquier cárcel de cinco estrellas, como el Palace de Ciempozuelos.

Ni monos ni monas, ni ladrones ni ladronas, la ley del talión o un buen zapatillazo a tiempo y veríamos cómo el robar se iba a acabar. 



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