
Yo me siento orgullosa de ser una abeja obrera y de trabajar para la colmena. Nunca nos falta de comer aunque nosotras nos conformamos con lo justito para ir tirando.
Salimos cada mañana con los primeros rayos de sol a buscar flores de donde extraer ese alimento básico para nuestra alimentación: la miel.
Producimos miel y polen en grandes cantidades así la reina está contenta porque obtiene pingües beneficios pero sobre todo los zánganos que también elevan su poder adquisitivo y se pasan el día a la sombra abanicando a la reina, babeando y además haciendo lo que mejor se les da: el zángano.
Para quien no sepa mucho de apicultura, debo hablaros primero del organigrama de la colmena. Está primero la reina, luego los zánganos y en el último escalafón estamos nosotras, las obreras. Principalmente trabajamos para que su alteza viva como lo que es, como una reina, pobrecilla, todo el día poniendo huevos con lo que debe cansar eso, y sin salir a hacer la calle como nosotras y a pasar calor, pero ella tiene su aire acondicionado, la colmena posee un sistema de ventilación que se consigue con muchas obreras agitando sus alas y consiguiendo bajar la temperatura para que la reina no se sofoque y pueda ver cómo se le van llenando sus arcas cada día más. A ver cómo podría mantener sino la colmena en La Moraleja, con el precio que tiene la vivienda. Y para eso estamos nosotras, que nos debemos a su alteza real, por quién sino íbamos a trabajar, ¿por nuestros hijos? ¿para pagar la hipoteca del piso? No digáis bobadas, no entiendo cómo podéis ser tan egoístas y quejaros porque os cuesta llegar a fin de mes. ¿Qué es más importante hombre, que te quedes sin comer un día o que la reina pierda el tren de vida que lleva? no vayáis a comparar. Y ni se os ocurra sacar el aguijón o sois abejas muertas, eso si antes no habéis enfermado de pollo escayolado.