Los del chandal.

Es fácil salir a la calle un sábado o un domingo de mañana y ver a "los del chandal". No me refiero a lo que van corriendo o se dirigen al polideportivo con su equipación tenística u otros, sino a los que consideran el chandal como el uniforme del fin de semana. Te los puedes encontrar comprando el pan, la prensa, en el supermercado, paseando al perro, en la cola del cajero automático... en algunos casos lo combinan con zapatos o incluso con chanclas, y es que los chandals dan mucho juego. Estoy convencida de que te pones uno y te transformas, es como si tuviera poderes. Tú te pones un chandal y lo primero que sientes es un fuerte poder de atracción hacia la nevera, esa lata de cerveza te está llamando a gritos, ve, por favor, ve a buscarla, no eres tú, es lo que llevas puesto, y después enciende un puro, es lo ideal para ir a juego. Al llegar a ese apartado ten cuidado, puedes acabar en política.

Cuando vamos a dormir nos ponemos el pijama, cuando vamos a nadar nos calzamos el tanga de neopreno, a correr puedes llevar cualquier cosa vieja, nadie se va a fijar en tí, pero por favor, un sábado o un domingo es imprescindible "EL CHANDAL" de los poderes.

Ojo, tened cuidado con eso, con los poderes digo, sobre todo en lo que a política se refiere. No quiero llegar a pensar que un día al volver a casa cansada del trabajo encienda la tele y vea a los dirigentes de algunos países reunidos en chandal. Iría de inmediato a mirarme al espejo a preguntar a mi propio yo ¿pero qué te has tomado hoy...? y te respondes a ti misma: -¡un café a las 7 de la mañana!¡para qué preguntas si me lo pusiste tú!
¿Podéis imaginarlo?