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El retro-móvil



Después del trabajo quedamos en reunirnos unas amigas para ver una exposición de miniaturas en el Museo del Prado. Una de ellas tiene estudios de Bellas Artes y la hemos nombrado desde hace tiempo nuestra cicerone particular. De las personas que conozco es la que más sabe de arte, además de ser artista, y si algo no lo sabe para eso estamos nosotras, para llenar ese vacío con nuestra imaginación porque hay cosas que, para mi supina ignorancia, son incomprensibles o que alguien me explique qué representa el "Panel con Huevos y taburete" del Reina Sofia, para el título no se rompieron mucho la cabeza porque le pregunté a mi sobrino de dos añitos ¿qué es esto? y me dijo: "un cuadro con huevos y un taburete...", le faltó añadir "hemos hecho uno igual en la guardería".

Nuestra amiga se enfada con estos comentarios porque dice que eso es "ARTE" y que no tenemos ni idea, pero cada vez que vamos a ese museo ya es visita obligada, al igual que El Guernica, lo que ya hemos dado en llamar "El panel de los güevos".

Al llegar al punto de encuentro donde teníamos que reunirnos y que era una de las entradas al museo, observo a un hombre con un carrito de bebé haciendo un recorrido sospechosamente zigzagueante y con la mirada fija en un sitio pero que iba directamente a estrellarse contra el pedestal de la estatua de Velazquez, única estatua de Madrid, dicho sea de paso, que no es víctima de los excrementos palominos, vamos, a la que no le cagan las palomas.

Un asomo de inquietud me hace volver la mirada unos instantes al lugar que a este hombre le tiene tan ensimismado y ¿qué descubro? pues a mis amigas, que vienen hablando por su teléfono "móvil" con un auricular enorme, como los históricos teléfonos grises con ruleta de números, una imagen bastante surrealista hoy en día (ver foto) pero, además, de color rosa, no podría ser de otro color. Y encima dirán que es arte... Lo primero que hago es intentar evitar la colisión del carrito con la estatua con un grito de: ¡¡cuidado!! y como a partir de ese momento ya me han visto y no veo ninguna mesa para poder esconderme debajo no me queda más remedio que esperarlas. Ellas tan anchas con sus teléfonos gigantes de color rosa, la pijería ha sido elevada a la máxima potencia y expresada en toda su plenitud. Ellas encantadas y muertas de la risa nada más verme. Me dicen, "son de verdad y funcionan, escucha..."

Después de visitar la exposición subimos al coche de una de ellas y fuimos por las calles del centro para ver la iluminación navideña, pero apenas pude recrear mi vista con los cubos de colores de la C/ Goya, a la del coche no se le ocurre otra cosa que poner una canción que se llama "Ai se eu te pego" ,subir el volumen, bajar las ventanillas, subir el techo solar y ponerse a bailar lo que quiera que sea eso. ¡Por favor, si lo ven nuestros hijos negarán que nos conocen! ¡qué vergüenza! creo que a partir de ese momento mi reputación se ha visto seriamente perjudicada. Tengo que ir de inmediato a visitar a mi estilista Eduardo Manostijeras para que me haga un radical cambio de luck antes de que alguna cuelgue el vídeo en youtube porque, además, lo grabaron. Si es que son como niñas, de cuarenta y pico pero niñas...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues aquí estoy en el aeropuerto, esperando a salir para Londres y con mi telefono rosa en mi bolso. Para mi gusto le faltan unos cristales de Swaroski, con eso ya me sentiría como Sara Jesica Parker en " Sex of City".
Sencilla que es una, como lo de los huevos y el taburete, eso es complicarse la vida. Bss.
Unica

Niobe dijo...

Te estoy imaginando y me estoy partiendo de risa. Pero los demás que estén tranquilos porque no se me va a pegar eso... soy antiadherente como la sartén de las tortillas, seguiré con mi nokia antigüo hasta que funcione y lo más parecido que he podido tener a los cristales de Swaroski habrá sido un tarro de cristal de mermelada del Eroski.

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