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Princesas y cuentos.





Alguien ha plantado una habichuela gigante en el tiesto de los geranios. Ha empezado a crecer y a crecer y cuando me levanté por la mañana había crecido tanto que su altura superaba, con creces, la torre de pisos más alta de la ciudad. Lo de trepar nunca se me ha dado bien, pero se me ha despertado la curiosidad y con esfuerzo y aparcando los escrúpulos por un rato, he comenzado a subir, a subir… hasta llegar a lo más alto. Desde allí se veían las montañas de Suecia ¿desde Móstoles? Lo que estáis oyendo…
 Y allí que me he presentado, en la boda de una princesa de cuento con un novio llorica  y unas amigas vestidas muy elegantes, también princesas, con unos vestidos muy fastuosos, coronas en el pelo como la Cenicienta la noche de ese baile que la haría tan popular., vamos, los vestidos ideales para ir de shoping al Mercadona. Posaban sonrientes mirando a las cámaras, metiendo tripa para no reventar la faja y sin despeinarse han ido entrado pausadamente al lugar donde se celebraba la ceremonia. He estado mirando por todas partes por si veía la carroza de calabaza pero no, todo eran coches de alta gama. A ver, si es un cuento es un cuento… sapos a caballo que se convierten en príncipes cuando les besa la guapa princesa (que no saquen a Carlos ni a Camila que nos vela la foto... ah, que no les han invitado), madrastras con manzanas envenenadas… enanitos y Blancanieves... no sé, más vidilla al cuento por favor, siempre lo mismo… Los mismos vestidos, los mismos trajes, los mismos personajes, hoy voy de rojo porque te casas tú y mañana de blanco porque me caso yo y cambiamos el traje... la suegra, que siempre tiene que llamar la atención que por eso es la madrina, señora, que no se casa usted, un poco de humildad, dónde va con esa peineta tan discreta de medio metro, si quiere pasar desapercibida pídale a la Martirio una de antena  parabólica que al menos los invitados ven el fútbol mientras llega la novia.
 ¡Despierta, despierta! me ha dicho mi peluquero Ruperto. ¡Parece que las páginas de la revista te hubieran abducido! Nos hemos asustado tanto al verte que hemos llamado a Iker Jimenez que se estaba haciendo las cejas en la sala de al lado y dice que es como si te hubieras trasladado a una tercera dimensión del espacio interestelar cósmico. Para otra vez te traes de casa “El cementerio de Praga”, por ejemplo, pero no vuelvas a darnos estos sustos. Le he rogado que me dejara terminar de ver las fotos de la revista y en las páginas centrales he topado con la familia Preysler-Falcó-Boyer. Le he dicho a Ruperto… se abre el telón, salen Isabel, Tamara y Ana. Se cierra el telón ¿cómo se titula la película? “Quién es la madre”. Si no hay ninguna con ese nombre no importa, hacemos una. Inmediatamente me ha arrebatado la revista y me ha dicho ¡ya es suficiente! no soportaría ningún comentario sobre Kiko Rivera, sale en la página siguiente. Y no… tampoco dejaré que veas a Cayetana en bikini, por hoy ya has soñado bastante.
 Han terminado conmigo, he pagado la cuenta, he abandonado el lugar y al salir del centro comercial he visto a la persona que siempre está pidiendo a la entrada con La Farola en la mano. He vuelto al mundo real.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Realmente no sé si has pisado de nuevo el mundo real, yo aún lo dudo, creo que el Sr que te encuentras vendiendo la Farola, no puede ser real, yo llevo viendo a uno al menos 5 años en el mismo sitio, naturalmente ya no intenta vendérmela pero tenemos creada una cercanía lejana que da el verse todos los días con una persona y tan sólo compartir un saludo, algunas veces pienso que es una figura holográfica que nos pone el gobierno para pagar impuestos por pena, si te das cuenta están dotados de móviles de última generación que ni yo me los puedo costear, en fin de todas formas si el mundo real es esto, prefiero quedarme en tu cuento de princesas, aunque repita vestido.
Blanca

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