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¡Corre Manolo, corre!




Manolo ha estado de baja deportiva casi dos meses, desde la Maratón de Madrid, debido a una lesión que sufrió disputando esa carrera y que empañó el final apoteósico del que cada año presume por estar entre los 500 primeros corredores en llegar a meta.
Ayer le dijo su médico que puede empezar a correr poco a poco y sin pensarlo dos veces, ha salido hoy al medío día cuando los termómetros marcaban una temperatura de  37 ºC.  Yo que le veo llegar corriendo camiseta en mano  y con el pulsómetro bajo el pecho, sudando a más no poder  como si se le hubieran abierto todos los grifos de sus poros le digo, si quieres adelgazar deja de comer, Manolo, y si te quieres morir, también, pero no lo hagas corriendo hombre, menudo disgusto darías a tu familia. Hazlo al menos con cabeza,  por una buena causa.  Por ejemplo, te puedes poner en huelga de hambre y decir que es en defensa de la mula parda, en peligro de extinción (también podrías hacerlo en defensa del escarabajo del desierto de Arizona pero nos queda más lejos). En cuanto se enterasen los de Geenpeace te harían un homenaje por un acto tan noble, te sacarían en los medios de comunicación de todo el mundo, desde oriente hasta occidente,  movilizarían a los nudistas de todos los pueblos de la provincia y alrededores para que se manifestaran por las calles de nuestro barrio, esto sería una auténtica fiesta, todos gritando  ¡come, Manolo, come!, el alcalde pondría una calle con  tu nombre por haber dado popularidad a nuestra ciudad.  Saldrías en el National Geographic e incluso en la revista Pronto.Serías el próximo protagonista del anncio de Aquarius y se vería en los cinco continentes. Yo me encargaría de hacer la crónica diaria que para eso te doy tan buenos consejos… Y el día que te mueras, te compraremos entre los vecinos una corona de crisantemos con una cinta malva que diga "Tus vecinos nunca te olvidaremos"
Para, para… no sigas. No vuelvo a correr a estas horas, madrugaré  y saldré a correr como tú  antes de que se despierten las gallinas, porque confiesa, eres tú quien las despierta todas las mañanas ¿verdad?
Cuando damos por finalizada la conversación, llega su mujer exhausta en la bicicleta, con la bombona de oxígeno en el soportín para socorrerle si llegara el caso, y que ha sido incapaz de seguirle. Le hace prometer, poniéndome a mi por testigo, que no volverá a correr a estas horas y que antes de  elevar su estulticia a la máxima potencia, se haga un seguro de vida para, al menos, no dejar a su familia desamparada si llegara el caso. 
Y es que Manolo es mucho Manolo. Hace unos años al cruzar la meta de una maratón, medio mareado y a punto de desfallecer, estaban los reporteros de la televisión local, tan oportunos ellos,  y cuando le preguntaron con el micro abierto y en riguroso directo (él pensó que le preguntaban los del SAMUR) qué tal la carrera, les dijo: dejadme, por favor, que me estoy cagando...

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