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El huevo y el mazo.


Esto de tener que guardar reposo deportivo es algo que no llevo muy bien así que estoy que me subo por las paredes sobre todo cuando llegan los fines de semana y veo a la gente que sale a correr, da igual que haga frío o que estén cayendo chuzos de punta, hay que salir y quemar la adrenalina antes de que ella te queme a ti. Así que ayer, para matar al mono, salí a caminar con la cámara de fotos y fui disparando indiscriminadamente a la primavera. En estas estaba cuando observé, al pasar por una acera, un coche aparcado en cuyo interior había una especie de cojín con forma de corazón (bastante hortera como habréis podido adivinar) donde ponía "te quiero un huevo", me llamó la atención porque, aunque estoy harta de oírlo, nunca lo había visto escrito. Cuando alguien te dice que te quiere un huevo significa que te quiere mucho, si te dice que te quiere mazo, también significa lo mismo, si te dicen que te quieren mogollón ya es la repanocha.

Recuerdo que me dijo un amigo en una ocasión ¡cuánto perjuicio ha causado en los jóvenes Camilo Sesto! y razón no le faltaba, y si no, no tenéis más que prestar atención cuando escuchéis algunas de sus conversaciones...

El examen era mazo de difícil y hubo un huevo de suspensos... Eso cuesta un huevo... Nos lo pasamos mazo de bien... Tengo mazo de amigos...

Y mientras volvía a casa pensando estas cosas, en el mazo, en el huevo, en Colón... no he podido evitar recordar algo que quedó grabado en mi memoria hace unos años y que me acompaña alguna noche todavía en forma de pesadilla. Fue el día del cumpleaños de un amigo de mis hijos, yo les había dejado en el lugar donde iban a celebrarlo y aproveché para ir mientras tanto a un centro comercial cercano. Según me iba aproximando a la sección de libros y discos vi, entre una gran algarabía, a una persona como de otro mundo que subía a una especie de tarima donde había una mesa y la gente se le empezaba a acercar para que les firmara discos. Mientras sonaba la canción él gesticulaba haciendo playback a la par que movía la cabeza, con su melena tiesa por la laca, de izquierda a derecha de forma sistemática como si estuviera separada del tronco y se moviera de forma independiente. Supongo que ya sabéis que me estoy refiriendo a Camilo Sesto y a su "Mola mazo". Pero lo que más me impresionó fue cuando vi a una madre acercarse con su hija, cuando éste fue a darle dos besos, le salieron unos labios que hasta ese momento tenía ocultos bajo el maquillaje. A partir de entonces dejé de verle a él y a quien vi fue a Diana, el lagarto de la serie V, tragándose un ratón vivo.

Pese al paso de los años, cuando en alguna ocasión vuelvo a escuchar la lapidaria frase, no puedo evitar pensar en el ratón vivo bajando por el esófago de Diana, en la niña del beso y en la música que retumbaba en mis oídos ese escalofriante día...

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