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Luisa.


Aún no había amanecido cuando desperté una mañana muy fría de invierno. La noche anterior se había presentado de repente. Unos nubarrones oscuros cubrieron el cielo presagiando una tormenta apocalíptica que comenzaría con una fría lluvia que terminó convirtiéndose en nieve con el paso de las horas. Al subir la persiana observé el manto blanco que cubría la calle desierta, pero... alguien se acerca con paso lento y cauteloso, es Luisa que, desafiando cualquier inclemencia meteorológica sale cada mañana a pasear a su perro guía.

-Pero Luisa, ¿se puede saber a dónde vas a estas horas según está la calle? ¿no ves que puedes resbalar y caerte? (primer comentario estúpido del día, nunca digas a una ciega "no ves")

Luisa es ciega de nacimiento aunque distingue la luz del día de la oscuridad de la noche. También sabe si una luz está encendida o apagada. Sus hijos le dicen que es como un GPS, cuando viajamos de noche el fondo es negro y por el día es blanco, como además es capaz de distinguir algunas líneas blancas de la calzada va siempre por la mitad de la calle pisando la línea continua. Los vecinos que la conocemos ya tenemos cuidado pero estamos cansados de decirla que un día algún coche la va a atropellar además de que está educando muy mal al perro, tiene que ir por la acera como le enseñaron de pequeño y que para eso están las aceras, pero para ella ancha es Castilla, no hace ningún caso, por un oído le entra y por el otro le sale, ver no verá, pero la ventilación auditiva la tiene super desarrollada.

A veces algún conductor baja la ventanilla y le grita que se aparte pero ella, con toda la naturalidad del mundo, le enseña el dedo corazón como señalando al sol, el dedo de la misma mano que unos minutos antes y a tientas ha recogido del suelo ayudado de un guante y una bolsa negra de plástico "aquello" que dejó caer el perro y que ella evita sea pisado por otros que sí ven donde pisan.

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